El mundo influencer tiene su lado oscuro al igual que ocurre con otros sectores del farandueleo. El tuitero y publicista @marasfero ha comenzado a compartir a través de hilos de Twitter algunas de sus experiencias trabajando con creadores de contenido en internet.
Musically: la app para llegar a los menores de 16
Después de gestionar varias campañas con influencers, un cliente le pidió promocionar un producto dirigido a una audiencia de entre 11 y 15 años. Y, a pesar de su destreza en este ámbito, carecía de experiencia con este target.
@marasfero descubrió Musically y vio en la app la solución a muchos de sus problemas. La plataforma de pistas musicales es el punto de encuentro donde se reúnen gran parte de los adolescentes que no están en Facebook ni Twitter.
Esta plataforma no solo encajaba al dedillo con la mejor propuesta que la agencia le podía hacer a la marca, sino que daba de lleno con el target al que querían dirigirse. Todo fácil, hasta que te das cuentas que tienes que trabajar con menores de edad.
Por muy #muser que seas, necesitas la autorización de tus padres para facturar
Aunque en un inicio muchos de los perfiles de los influencers de Musically parecen dignos de cualquier actor o actriz de mediana edad, la realidad dista mucho de esa premisa inicial. Los correos tipo business@xxxx.com no siempre respiran la profesionalidad que aparentan, por mucho que la respuesta venga cargada de tarifas y detalles, aparentemente, serios.
Tal y como relata @marasfero, el influencer de Musically les había enviado un vídeo como propuesta para cubrir la campaña y, aunque a priori todo encajaba, faltaba la parte final: el papeleo.
Con el objetivo de hacer las cosas bien y tras cerrar cifras, Alex logra hablar por teléfono con el chaval que le dice que si quieren trabajar con él tiene que ser a espaldas de sus padres. ¿La mejor parte? Dice que siempre ha sido así y que todas las marcas han pasado por el aro.
Finalmente, @marasfero se arriesgó a perder a un cliente importante por evitar meterse en líos legales como consecuencia de trabajar con menores sin autorización. Sin embargo, conseguir clientes de marcas potentes no debe ser algo fácil cuando el mismo adolescente sigue protagonizando campañas a sus 15 años y ¿a espaldas de sus padres?
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