Siempre que nos preguntan sobre nuestro éxito en Patreon, tanto Víctor Martínez, como Pep Sànchez o un servidor mismo, no podemos evitar encogernos de hombros y arquear las cejas. No tenemos ni idea de negocios, no entendemos cómo funcionan las campañas de promoción y desde luego no somos nada ni remotamente parecido a unos empresarios con instinto.
Nunca lo hemos escondido: hay mucho de accidental en el hecho de que AnaitGames siga funcionando y creciendo poco a poco a través de este sistema de financiación.
En 2015 la situación con respecto a los acuerdos de publicidad que nos mantenían a flote se volvió insostenible. La irrupción de los youtubers de videojuegos desvió el interés de los departamentos de marketing de las distribuidoras y las inversiones en campañas publicitarias se fue fragmentando de manera que los pequeños nos quedamos fuera de sus planes.
Nuestra escala y nuestra propuesta editorial un poco distinta de lo que se venía haciendo más a menudo en aquella época nos hacía difícil tener un mínimo de estabilidad, así que llegó un día en el que convocamos una reunión y la orden del día era decidir si cerrábamos el chiringuito para siempre, nos dábamos un abrazo y nos íbamos cada uno por su lado o si intentábamos soportar un poco más de tiempo la sequía económica.
Patreon como vía de supervivencia
En algún momento de la reunión salió el tema de Patreon. No recuerdo quién lo puso sobre la mesa pero sí recuerdo que fue de una forma muy tímida, una idea de esas que uno suelta sin mucho convencimiento, y que los únicos referentes que salieron eran extranjeros: Jim Sterling con su Jimquisition y el podcast Kinda Funny..
En territorio español ya empezaban a surgir creadores que también han prosperado en Patreon, como Dayo, pero para entonces nosotros ya habíamos puesto en marcha un plan que era en realidad un canto del cisne: si el asunto no salía bien, AnaitGames y el podcast Reload morían ahí mismo.
Recuerdo que Xavi Robles, que era y sigue siendo parte de AnaitGames pero de una forma más pasiva debido a sus otros compromisos profesionales, fue quien más ideas aportó. Diseñó las recompensas y las metas y nos propuso al resto grabar un vídeo en el que explicábamos la situación con total claridad y transparencia y exponíamos nuestra idea de lo que se podría hacer para salvar el proyecto.
Era lo más parecido que podíamos hacer a mirar a los ojos a nuestros lectores y oyentes y decirles «esto es lo que hay». Nos apetecía mucho seguir adelante y mejorar y tener estabilidad, y sobre todo nos seducía la idea de que fuese el propio lector y oyente quien mantuviese la web y el podcast, deshacernos de las suspicacias y las complicaciones de una relación publicitaria con empresas de videojuegos que eran las mismas que lanzaban productos sometidos a nuestra crítica.
Es un equilibrio muy delicado al que la prensa especializada de este sector está condenada desde siempre, y también es algo francamente agotador, supongo que para ambas partes. Así que si la comunidad no consideraba que mereciese la pena pagar por AnaitGames y Reload era porque, honestamente, quizá no valía la pena que siguieran existiendo.
La suerte que tuvimos, algo que no habíamos calculado del todo y que por eso digo que fue accidental, es precisamente tener detrás esa comunidad. No sé cómo logrará acumular mecenas un creador desconocido en Patreon, pero nosotros llevábamos ya casi una década funcionando y tratando de tener siempre cierta personalidad que nos distinguiese de otros medios.
Aunque la línea editorial alterase su rumbo de vez en cuando, creo que lo que nos hacía fuertes y nos mantiene ahora con buena salud es que hemos ido cambiando de la mano una nuestra comunidad muy cercana y sobre todo muy comprometida, gente con la que ya llevamos unos años conviviendo y que de algún modo confia en nosotros y sabe hasta dónde puede exigirnos.
La relación ha sido siempre muy personal y auténtica; yo tengo más amigos dentro de AnaitGames que fuera. Y aunque supongo que no todos los que respaldan económicamente el proyecto son partícipes de esa comunidad, sí creo que la clave de que el Patreon funcionase más allá del apoyo de nuestros seguidores es que ya se nos conocía un poco y teníamos cierta reputación de medio pequeño y un poco obstinado, de hacer las cosas muy a nuestra manera pero siempre convencidos de nuestras ideas. En su momento nos sorprendió y nos emocionó el apoyo de nuestra gente, pero más nos sorprende y nos emociona comprobar que siguen apoyándonos a día de hoy.
En la actualidad nos mantenemos en Patreon con una estabilidad mucho mayor de la que habíamos imaginado. No hemos alcanzado grandes objetivos de nuestras metas iniciales, pero hemos entendido dónde estaba más o menos nuestro techo y nos hemos adaptado. Hace poco incluso hemos incorporado a una nueva redactora y, aunque no estamos muy boyantes, tampoco nos podemos quejar. Lo que entra cada mes nos da cierto margen para mantener la web y el podcast e incluso para ahorrar un poco y sacar de vez en cuando un libro a través de nuestro nuevo proyecto como editorial.
La redistribución de ingresos, perjudicial para los pequeños mecenas
No todo es perfecto, claro: el pasado mes de diciembre Patreon anunció unos cambios en su política de distribución de los ingresos que en principio parecía planteada para beneficiar al creador pero en realidad nos hacía más difícil mantener la estabilidad. La redistribución perjudicaba mucho a los mecenas que invierten una pequeña cantidad en varios proyectos distintos y les suponía un sobrecargo que muchos obviamente no estaban dispuestos a asumir.
No sé cómo les va al resto de creadores, pero para nosotros estimular la aportación mínima es esencial porque hace que el proyecto corra menos peligro si alguien decide darse de baja por cualquier motivo (un dato curioso: por algún motivo que se nos escapa, cada año en verano bajamos y en Navidad subimos).
Afortunadamente no fuimos los únicos creadores que vieron este cambio como una mala decisión y los responsables de Patreon terminaron por retractarse y dejarlo todo como estaba, pero lo que vivimos esos días se pareció bastante a una pequeña crisis y nos recordó que en cierto modo todavía seguimos dependiendo de otra empresa y del capricho de quienes la dirigen.
Desde esa pequeña debacle que por suerte al final no fue, nos han preguntado en muchas ocasiones si nos planteamos cambiar de plataforma o levantar una propia. Y sí que se nos pasó por la cabeza, claro, pero lo cierto es que tampoco vimos alternativas que nos ofrecieran las mismas facilidades, sobre todo a nivel de comunicación. Y eso sin tener en cuenta las dificultades y consecuencias inevitables de solicitar a más 750 personas que nos acompañen a otro lugar.
Por ahora seguimos con el mismo plan que hace casi tres años: hacer lo que nos gusta y lo que creemos que mejor se nos da, intentar mejorar cada día y cultivar una relación con nuestra comunidad, sean mecenas de Patreon o no, que haga que todo este tinglado merezca la pena, ya no solo en lo profesional y lo creativo, sino sobre todo a nivel humano.
Foto | Chesaronne