Estoy en plena crisis de los 30. Es verdad que me está durando un poqui porque no es que los acabe de cumplir, pero aunque suene a depresión, tiene más que ver con los personajes de 'Beautiful girls' o el John Cusack de 'Alta fidelidad': ese conflicto emocional que te hace oscilar constantemente entre la post-adolescencia y la madurez. Es decir, un día quiero ser padre y al siguiente beberme una botella de Jager en el Primavera Sound. Nada grave.
Es posible que cuando me haya recuperado de la treintena, aterrice en la crisis de los 40. Más común y conocida, suele tocar varios puntos comunes: divorcio, apuntarse al gimnasio, hacerse un tatuaje o ser Dani Mateo y Risto Mejide. Pero también está lo de ellos. Porque estoy convencido que lo de Silvia Charro y Simón Pérez no es otra cosa que la mencionada inestabilidad cuarentona.
Auge y caída de una fama efímera
El 13 de diciembre del pasado año, la cultura pop de España añadía dos nombres a su imaginario colectivo. Silvia Charro y Simón Pérez entraban por la puerta grande al mundo de los memes con patas gracias al multi-premiado vídeo de las hipotecas. No se pueden añadir chistes a una obra maestra e incontestable. Premeditada o no. Intencionada o no. La historia los juzgará.
Desde entonces, e insisto que por culpa de la crisis de los 40 (es mi pedrada, dejadme) Silvia Charro y Simón Pérez no han dejado de caer y caer en un foso con forma de canal de YouTube. Una plataforma a la que aterrizaron para mantener su fama a la espera de una oferta de Mediaset o algo así yo qué sé.
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Aunque metieron la patita con la excusa de la economía y tal, el viraje hacía el caos y la anarquía no se hizo esperar nada. Un Joker en medio del YouTube donde las publicaciones no cumplen ningún patrón ni requisito en su estilo, forma y contenido. Vídeos de hora y media, mal grabados y con mal sonido donde lo único que se atisba es una falta de pudor infinita con toques de "hazme casito".
Un ejemplo que compila todas las características (o falta de ellas) de las publicaciones de Silvia y Simón se encuentran en su última actualización. Un vídeo de cinco horas de duración donde puedes encontrar la imagen de cabecera de este artículo o la que abría este párrafo. Sí, la que te ha hecho sangrar los ojos.
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