Tu hijo ve Youtube. Es una realidad y se va a encontrar con cosas muy nocivas y otras no tanto. Desde familias explotando a sus hijos para rascar hasta el último céntimo antes de que estos crezcan, a niños que realmente están disfrutando con lo que hacen.
En el proceso de imitación es muy posible que tu hijo diga que quiere ser youtuber, pero no salgas corriendo,te traemos una serie de pasos para que todo salga bien.
Herramienta de control parental
Usa sin miedo esta opción de Youtube y bloquea ciertos canales nocivos, ocultos tras la máscara de “entretenimiento infantil”. Desde miniaturas para adultos a lenguaje soez, cuando algo te chirríe usa el bloqueo y así dirigirás el contenido al que acceden.
Déjale un móvil
Cualquier teléfono actual tiene una cámara decente para empezar a jugar a ser youtuber. Aplicaciones como Imovie o Inshot le pueden venir muy bien para aprender a cortar, pegar e introducir música
Crea un canal
Busca un nombre, una temática y a partir de ahí lanza un canal. Te recomendamos que en un principio sea oculto, con que él se grabe y se vea es suficiente.
Vigila la seguridad
Cuando quiera dar el siguiente paso, haz el canal público pero oculta los comentarios o modéralos tú mismo. Lo lógico es que a su contenido accedan niños pero nunca está de más estar al tanto de todo lo que sucede en la sección de comentarios.
Puede que este juego le genere curiosidades
Piensa que estás fomentando una afición y algún día le puede abrir un camino, no para ser un youtuber, si no para saber elaborar un guión, a redactar, comunicarse, saber de sonido, edición, iluminación, periodismo… Ayúdale a alimentar todo esto.
Que siga siendo un juego
No le metas presión, está jugando y que nunca deje de hacerlo. El único objetivo es seguir divirtiéndose, no ganar dinero.
El canal de Paula, la hija del cómico Toni Nievas, es un buen ejemplo. Cumplía las necesidades de una niña que estaba investigando y copiando a sus youtubers favoritos hasta que un día se cansó. Toni dejó que jugase, sin presión. Todo lo contrario que sucede con el canal de Pino, en el que vemos a dos niños que han dejado de divretirse entre cientos de banners de publicidad.