Laura es a internet lo que Isabel Pantoja es actualmente a Telecinco, una entretenedora cuyos límites están aún por explorar. Si la tonadillera sorprende a la audiencia de Mediaset con enfrentamientos copleros a pie de playa, La Reina del Brillo en pro de la felicidad de sus seguidores vuelve con Ramón y sube un nuevo vídeo a YouTube.
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Ver en estado de embriaguez a Laura se ha convertido prácticamente en la esencia de su contenido. Comienza a ser costumbre habitual verla copazo en mano filosofando sobre su visión de la vida o realizando challenges absurdos que lleven su estado de embriaguez al siguiente nivel. De poco sirve escucharla decir "Ramón, Ramón, no me eches más alcohol que sabes que me sienta mal", si conforme transcurren los minutos la decadencia presente en el vídeo sube al mismo ritmo que su borrachera.
El eslogan con el que Laura resume el objetivo de su canal de YouTube ("esta es mi vida, sin cesuras, la vida real") parece no solo convencer a la audiencia, sino también a la propia plataforma que siempre que puede premia su contenido. Las más de 300.000 views acumuladas en el último vídeo y las sucesivas apariciones en la página de Tendencias acercan el fenómeno a la fase de crecimiento más exponencial.
El crecimiento constante de este fenómeno es una prueba más que nos ayuda a confirmar los testimonios que algunos ex trabajadores de YouTube dieron a Blomberg: lo sensacionalista triunfa y da dinero. La sección de Tendencias es una colección de contenido amarillista que se renueva diariamente y que lanza un mensaje muy claro a la audiencia: este es el contenido que te recomendamos. La pluralidad no existe en Tendencias y esta situación lleva al espectador más ajeno a la plataforma a pensar que YouTube es un templo al bulo y al fast content.
Y la razón no es que no haya entretenimiento de calidad es que este no es señalado por el algoritmo. Lo que subrayan con insistencia los bots de YouTube son los vídeos de La Reina del Brillo, su morbo y efecto sorpresa. Y, no nos engañemos. La curiosidad no solo mata gatos, sino también cerebros lúcidos que por guilty pleasure quieren cómo evoluciona la destreza de Pitu con el Movie Maker.
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