Si buscas en YouTube "24 horas" lo primero que verás son vídeos de youtubers haciendo cosas muy absurdas como "comer comida transparente" o unicornios. Y no. Nada de esto es una hiperbolización es la realidad en bruto.
Cuando conviertes los vídeos experienciales en telebasura
YouTube es una plataforma muy heterogénea donde lo mismo te enseñan a cambiar las bujías del coche que hacerte un buen contouring. Y ese es precisamente su valor añadido: ofrecer una variedad temática lo suficientemente amplia como para llegar a diferente tipo de público.
Sin embargo, desde que la palabra youtuber comenzó a ser asociada con fama y éxito, está naciendo una comunidad de creadores que empiezan en YouTube motivados por los suscriptores y las visitas. Y, claro, esto da como resultado que el contenido se homogeneice en torno a las diferentes tendencias. Si se pone de moda el pausa challenge durante un par de semanas veremos la producción en masa de este tipo de vídeos.
Y el problema no reside tanto en que la dinámica de creación de contenido se vuelva más sensacionalista y sensible al clickbait (que también), sino que este tipo de vídeos comienzan en YouTube pero terminan por trascender a la vida real. El reto que el adolescente en cuestión vio en YouTube será replicado en el plano cotidiano y puesto en práctica con amigos o familiares. Los youtubers son los líderes de opinión de toda una generación y si Gian GG ignorando a su abuela tiene un millón y medio de suscriptores, el mensaje con el que se quedan sus fans es: para petarlo como youtuber tengo que hacer este tipo de cosas.
24 horas monetizando a mi hijo
Si hay un nicho en YouTube que está explotando especialmente esta moda ese es el infantil. Los canales donde un niño hace retos y abre juguetes son la particular gallina de oro para algunos padres. Para hacernos una idea, si ponemos en el buscador de YouTube "24 horas comiendo" 7 de los primeros 15 vídeos que aparecen pertenecen a canales infantiles. Padres e hijos replican el mismo contenido con el objetivo de rentabilizar su vídeo al máximo, pero sin pensar en los valores que están transmitiendo a sus propios hijos y a los de los demás.
La tendencia de los vídeos 24 horas tan solo es un patrón que ejemplifica lo que está sucediendo en YouTube: los nuevos canales están enfocados hacia la monetización y no a la creación de contenido por diversión. Cada vez son menos los creadores (sobre todo menores) que se abren un canal por hobby. El mero hecho de que la palabra youtuber esté tan asociada a dinero ha desvirtuado completamente los fines de la plataforma. YouTube es cada vez un poco más Telecinco y menos una plataforma que promueve el contenido original, arriesgado y diferente.
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