Dulceida está de viaje en Ciudad del Cabo gracias a una colaboración que está haciendo para una empresa de idiomas. Allí ha aprovechado para compartir con sus seguidores los buenos momentos que está pasando junto a su mujer y también para dejar constancia de lo solidaria que es.
Sobre la polémica...
Toda esta historia surge cuando Dulceida sube la foto anterior y la gente empieza a echarle en cara que aprovecha la imagen de estos tres niños para hacer promoción de unas gafas de su marca.
Horas después de que Dulceida saliese en defensa propia, su madre (que también es su manager) quiso dejar claro que no había ningún tipo de promoción publicitaria detrás de la fotografía:
"Su único fallo ha sido hacerle un 'story' a unos niños, unos niños cariñosísimos, y les han atacado diciendo que se aprovechan de todo y que solo quieren hacer publi de su marca. Quiero dejar claro que eso no es verdad", explicó Ana Pascual a Divinity.
Sobre los derechos del niño...
Partimos de la base de que probablemente no exista mala fe en todo este asunto. Probablemente, Dulceida, haya regalado sus gafas de sol con la mejor de las intenciones y con el objetivo de hacer felices a esos niños. Nadie pone eso en duda. El problema llega cuando le das más importancia a destacar lo generosa que eres que a mantener el anonimato de tres menores de edad.
Una persona como Dulceida, que vive por y para subir contenido a Instagram debería saber que para subir imágenes de menores es necesario pedir permiso a los tutores de los niños. Me pregunto si en este caso Dulceida habrá reparado en eso. No trato de buscarle ochocientos pies al gato, pero me molesta el paternalismo occidental del que hacen gala muchos blancos cada vez que pisan África.
Básicamente porque estoy segura de que si esta misma situación sucede en las Ramblas de Barcelona, Dulceida no expone tan a la ligera a tres niños que no están bajo su tutela. Pero claro en ese caso estaríamos hablando de niños blancos con nombre apellidos y padres con Instagram.
Sobre la ética del contenido...
Creadoras como Dulceida miden muy bien cada foto, cada vídeo e, incluso, cada gif que suben. Son conscientes de la cantidad de gente a la que llegan y tratan de mantener una imagen de marca muy cuidada.
A deducir por cómo se ha defendido Dulceida de las críticas, ella no ve nada reprochable en su comportamiento. Para ella simplemente se trata de una manifestación de afecto a través de las redes sociales que queda genial en un viaje de trabajo como el que está haciendo.
Y he ahí el quid de la cuestión. El problema no reside en si las gafas eran de su marca o si se las regalaron con un Mc Menú. El problema está en que Dulceida no parece comprender que sí es criticable que exponga a estos tres niños solo con el objetivo de ensalzar su buena acción del día. Porque por mucho que ellos estén felices de alegría, su acción ha sido egoísta y tiene un nombre: paternalismo racista.
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