En menos de una semana y tras los atentados de Nueva Zelanda, PewDiePie ha conseguido superar los 90 millones de suscriptores. Y sí, T-Series también. El atentado no solo ha conseguido despertar mayor interés en la identidad del youtuber, sino que ha empañado lo que significa ser fan acérrimo de un creador de contenido.
La lucha frente a T-Series más fuera de contexto que nunca
Desde hace más de seis meses, fanáticos y curiosos en general siguen la competición entre el youtuber sueco y el canal de entretenimiento indio. Las múltiples campañas iniciadas para promover la suscripción al canal del sueco derivaron en idas de olla como el hackeo de dispositivos Chromecast o diarios como The Wallstreet Journal y alcanzaron su máximo exponente el pasado viernes 15 de marzo.
Uno de los autores del tiroteo de Nueva Zelanda aprovechó la expectación mediática generada para promocionar el canal de PewDiePie y favorecer la llegada masiva de nuevos suscriptores. Y, aunque el movimiento fuese rastreo y lamentable, funcionar funcionó. PewDiePie ha aumentado su audiencia en 892.131 suscriptores en los últimos cinco días.
Lejos de ser una buena noticia, este aumento de suscriptores ha venido acompañado de una fuerte polémica qué ha llevado a analizar con lupa el contenido y el discurso del youtuber. Y no es para menos. Si el autor de un tiroteo menciona el nombre de un youtuber justo después de cometer un crimen, lo normal es que medios de comunicación y audiencia quieran saber quién es y, sobre todo, por qué es mencionado en un contexto así.
¿Es PewDiePie responsable de tener suscriptores radicales? Hace dos años, Disney canceló su contrato con el youtuber a raíz de varios vídeos donde mostraba una actitud antisemita. Aunque el youtuber alegó que su objetivo nada tenía que ver con la incitación al odio, este tipo de evidencias fueron suficientes para que la productora subsidiaria de Disney cancelase la segunda temporada de su serie en YouTube Red.
Sin embargo, poco importa que actualmente su discurso se mantenga lejos del barro y las polémicas, situaciones como las descritas anteriormente reflejan que hay una parte de su audiencia que toma la batalla contra T-Series como algo personal, llegando incluso a difuminar los límites entre lo que significa ser fan de algo y ser una persona con un problema obsesivo.
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