Internet nos regala cosas maravillosas, pero también contribuye al desarrollo de patrones sociológicos tóxicos como, por ejemplo, la sobreexposición de nuestras vidas y el constante examen de las mismas. Con medio millón de seguidores en Instagram, Herrejón también se compara con otras influencers y también siente que su vida es peor a la que ve en las fotografías de terceros. Y, repito, tiene más de 500.000 suscriptores.
"¿Cómo vas a quererte si tú no eres como la gente de Instagram?"
En un ejercicio de amor propio y de estima a su comunidad, Herrejón ha querido sincerarse y abrir el melón de la autoestima. "Las redes sociales están llenas de cuerpos de chicos y chicas idealizados que están considerados el canon de lo bonito y que, por lo tanto, si encajas en eso triunfas, pero si te sales de eso no vas a alcanzar lo que quieres en la vida".
Frustrada por esta filosofía de lo perfecto que inunda las redes sociales, Herrejón también siente que su vida no es lo suficientemente buena. Como ella misma manifiesta, el hecho de estar constantemente expuestos a las vidas perfectas que muestran los influencers que seguimos puede provocar una distorsión de las expectativas que Herrejón explica muy bien:
Yo a veces entro a Instagram y digo "joer yo soy una tía que me levanto, voy a clase, trabajo, hago mis cosas, me organizo la vida y luego pues vuelvo a casa y juego a la Play", pero no me paso el día viajando por ahí, ni tengo una vida de ensueño, no me miro al espejo y digo "guau"...Y siento que como a mí no me pasan esas cosas mi vida no es lo suficientemente buena
'La vida de los otros' o cómo definir el efecto Instagram
Instagram hace un tiempo que dejó de ser la red social donde compartías un selfie con filtro Valencia o un contrapicado de tus pies en el metro. En 2019, es la plataforma donde la publicidad dirigida te muestra todo aquello "que necesitas" y una foto de Amaia haciendo la compra se convierte en noticia porque ¿qué hace subiendo esa foto?
Es en este campo de cultivo donde los creadores comparten su vida a cambio de likes. De tal forma que son esos likes los que se convierten en una moneda de cambio: los likes de los seguidores sirven para que las marcas acudan a ti y confíen en tu vida y tu aspecto como prescriptores de su producto. Y, de nuevo, la pescadilla que se muerde la cola. Son las marcas quiénes deciden qué es bonito, qué vende y que necesitamos. Porque como bien dijo Don Draprer: "Lo que hoy llamas amor fue inventado por tipos como yo para vender medias" y por lo tanto estas reglas de lo bonito, lo válido y lo feo deben quedarse en lo que son: estrategias publicitarias.
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