“Cínicas, decadentes y efectivas”, así es como define Flavita Banana sus propias ilustraciones. La deriva nunca había sido tan esperanzadora si nos fijamos en esta descripción, y si leemos entre líneas sus ilustraciones, claro está. Llegó a las redes en 2012, siete años después suma casi medio millón de seguidores en su perfil de Instagram y acaba de publicar ‘Archivos Cósmicos’ (2019, ¡Caramba!), su tercer libro.
¿Cómo se consigue eso en un momento donde las imágenes pasan rápida y continuamente por nuestra retina para ser olvidadas segundos después? Ni ella misma lo sabe: “Sólo he ido haciendo dibujos y publicándolos. A veces creo que un buen secreto es el pie de foto, hablar una misma y sin pretensiones”.Hace tan solo dos años que dejó de compaginar trabajos como camarera o teleoperadora y se metió de lleno en la ilustración. Por ahora no se arrepiente.
Suele existir confusión al hablar del personaje principal de sus viñetas, y ante esto nos aclara que **todas las personas que aparecen en ellas son diferentes pero con los mismos valores con los que se identifica Flavita Banana:*** “Supongo que soy una viñetista que grita en imágenes”.*
Porque sus viñetas gritan, y aunque han ido cambiando desde que publicó 'Archivos estelares' (2017, Astiberri) y ‘Las cosas del querer’ (2017, Lumen), los temas que tratan son los mismos, aunque ella misma afirma que en este último ha habido una evolución: “El último libro tenía un único personaje que expresaba su opinión frente a situaciones, la mayoría machistas. ‘Archivos Cósmicos’ es una recopilación de viñetas publicadas en periódicos, revistas y redes”.
Y en ese compendio podemos ver cómo sus personajes utilizan la ironía y la crítica para valorar tanto el sexo como la sexualidad, la relación amorosa alejada de los cánones románticos, la amistad en tiempos de wifi o la política para todos los públicos. También el suicido, el desamor o la soledad que nos producen las redes sociales.
En pleno boom de la ilustración, estas últimas pueden convertirse en un arma de doble filo para alguien que publica tanto en papel como en su perfil de Instagram, donde se enfrenta cada día al feedback directo de sus seguidores. “Yo lo vivo con estrés, lo que debería ser un oficio entretenido (el de dibujar chistes) de repente se ve coaccionado por un mar de opiniones diversas. Todo el mundo te sugiere que no hagas caso, pero casi nadie lo tiene en el bolsillo 24 horas al día. Menos mal que puedo seguir dibujando y riéndome en mi casa fuera de internet. Eso no me lo quita nadie.”
Y a pesar de que su éxito es nativo digital y que las redes fueron “su pista de despegue”, se queda con el formato tradicional: “Prefiero una carta al periódico cagándose en mi viñeta del domingo antes que un comentario en Instagram. Lo segundo no me desagrada, pero lo primero demuestra un interés muy activo en la viñeta periodística. Llámame romántica”.
La revista Mongolia o El País son algunos de los medios donde publica y en los que también cuenta con una cantera de seguidores, eso sí, en ese caso, de carne y hueso. Se trata de una cuestión de conceptos, pues aunque es consciente del éxito que tiene en internet, prefiere desvincularse de lo que supone en muchas ocasiones: "No me gusta la palabra viral, ya que implica un pico de éxito que luego se desvanece. Nunca he querido que mis redes sean mi oficio (siguen sin serlo), así que espero que ese público virtual no sea pasajero". Y por ahora no lo es.
Tal vez una de las razones sea que la vida real se parece mucho a la que hemos creado en el mundo virtual. Los intereses, las conversaciones, nuestras lecturas y nuestras búsquedas. Al final, la red es un espejo en el que sacamos lo mejor y lo peor de nosotros mismos: "Si vas a un bar y te fijas en quienes agarran el periódico para el ratito de tomarse un cortado en la barra, la gran mayoría leerán los titulares de cada página. Y luego buscarán los deportes, o la sección de cultura, o aquello que más les gusta. Y todxs, sin excepción, se fijarán en la viñeta al llegar a ella. No podemos evitarlo, nos gusta la información escueta, los temas que conocemos y los dibujos. Pues eso es internet", razona Flavita.
Y en la vida, como en internet, el humor siempre ha existido.Incluso (y sobre todo) para temas tan complicados y sensibles como los que trata Flavita, pero en esta era de las redes sociales, no se nos ocurre mejor forma de contarlas –y leerlas- que con la ilustración. “La gente tiene sentido del humor y en muchos casos no lo sabe. Está ahí, es tu última baza para no morir (metafóricamente), yo hago lo posible por mostrarte lo guapo que es”, añade Flavita. Y es que si el humor y la ironía no nos salva de la muerte… ¿qué lo hará?