Conforme las plataformas de contenidos en streaming se han reproducido, mi TDA audiovisual se ha multiplicado. Cuando tu mayor afición y pasatiempo es el cine (más las series) y a tu disposición tienes un catálogo infinito a tiro de click, tu cerebro implosiona porque no sabes cuál es el título con el que continuar tu visionado. Pero lo haces.
Mis suscripciones a Movistar Plus, Netflix, HBO y Amazon Prime (true story, no me lo estoy inventado) me permiten estar casi al día en cuanto a estrenos cinéfilos y seriéfilos. Pero hay un par de peros. Además de petar mi cabeza con actualidad audiovisual, existe el problema económico. Estas cuotas mensuales me han llevado a obviar lo de tirar por Spotify Premium, por lo que cada vez que escucho un disco me toca escuchar esas cuñas carentes de carisma con las que se promociona el site sueco: "Para los fiesteros dance. Para los adictos al pop. Para los que tumbáis al sol. Para los que corréis por la noche. Pásate a Premium y tendrás música en cualquier lugar".
Con mis orejas sangrando y mi cuenta bancaria tiritando, he decidido eliminar mi aplicación del gigante sueco en el smartphone y desinstalarla en el ordenador. Si Premiun no es una opción valorable, durante un mes quiero probar alternativas. Descubrir nuevos mundos. Otras cuñas igual de odiosas. ¿Habrá vida más allá de Spotify?
Primeros quince días: El mainstream
Tras eliminar Spotify de mi teléfono móvil, lo primero que sentí fue una sacudida emocional. Pero la vida sigue y mi primer impulso fue mirar qué otras aplicaciones ya instaladas me podrían valer para escuchar "musiquita", como dirían los de Pantomima Full. Casi como un paso lateral, acudí a los brazos de iVoox. Como usuario acérrimo de esta aplicación (literalmente duermo todos los días con un podcast de fondo), me pareció algo lógico. Porque no es 'La vida moderna' todo lo que reluce en la app.
Como si fuera un yayo de 80 años que le dice a su nieto eso de "mírame esto que me ha salido en el teléfono", así empecé mi andadura musical por iVoox. Poner la palabra música en el buscador solo está al alcance de las mentes más privilegiadas. Luego que si millennials.
Por el camino de esta app, además de acabar derivando siempre en escuchar entrevistas a grupos españoles y especiales de bandas ya desaparecidas, descubrí que Los 40 habían creado una sub-emisora llamada Los 40 Classic con el mítico Guillem Caballé como locutor habitual y temas de Oasis, Los Rodríguez o R.E.M. como hilo conductor.
Tras días de escuchar, con nocturnidad y almohada, muchos podcasts publicados por los programas de Radio 3, a quién acabé oyendo fue a mi pareja decir "o Virginia Díaz o yo". Fue el detonante que necesitaba para desistir de esta opción. Y las conclusiones quedaron claras. Salvo cuando tiraba de la opción Radio, la cual permite escuchar online las emisoras de turno, para lo que realmente me sirvió iVoox fue para saber más sobre actualidad musical, pero no tanto para escuchar canciones.
Así que a mi ayuda acudió la omnipresente YouTube. Porque no basta con vivir 24 horas en esta plataforma y consumir los vídeos de Venga Monjas, a tu alcance también te ofrece la práctica totalidad de la música publicada a lo largo de la historia.
Discografías completas, álbumes en Playlist, singles, covers. Todo cabe en una plataforma concebida para otros usos, pero cuyos usuarios encontraron un recodo pirata donde compartir con los demás lo que antes se hacía en MySpace de forma oficial. El lugar donde en un período comprendido entre 2005 y 2009 sirvió para descubrir desde Arctic Monkeys a Zahara pasando por Love of Lesbian, Lori Meyers, Vetusta Morla o Miss Caffeina, encuentra su reverso ahora en el mismo sitio donde ElRubius sube sus gameplays de Twitch o Brandon Rogers sus sketches pasados por exceso de Red Bulls.
El gran problema que encontré en esto de utilizar YouTube como reproductor musical fue cuando lo usaba a través del móvil. Porque en el Pc es fácil y está genial tirar de buscador, poner Angel Olsen y escuchar 'My woman' casi del tirón. Otro cantar es cuando lo haces con el smartphone, te consume batería por un tubo o sin querer lo bloqueas o pausas la reproducción por la sensibilidad de la pantalla táctil. Para evitar estas situaciones, necesitas contratar su versión Premium, lo cual te evita el tema del bloqueo y la conexión a internet, pero a cambio has de pagar 9,95 euros.
YouTube, me encantas y has servido para ayudar a popularizar a los últimos iconos del pop como Rosalía o Billie Eilish. Nos ayudas en algunas fiestas donde el anfitrión tampoco tiene Spotify Premium y tienes un catálogo infinito (aunque bastante pirata). Pero no eres la aplicación definitiva para escuchar música en streaming. Next.
Segunda quincena: El indie
Tras dos app no musicales en sí, decidí apostar por la verdadera competencia de Spotify. Si iba a ponerle los cuernos, tenía que hacerlo bien. Sin necesidad de tirar de Google, me acordé de aplicaciones como Deezer. Y por ahí comencé.
Muy similar a Spotify tanto en sus precios por la alternativa Premium y lo que te ofrece si eliges el Free (reproducción aleatoria y saltos limitados), Deezer me gustó desde el inicio. Con una interfaz intuitiva y muy sencilla, lo único en lo que yo patiné fue en incluir Pop como uno de mis géneros favoritos. Lo que en mi cabeza sonaba espectacular, para el site se trataba de un conglomerado donde cabían desde Cepeda hasta Pablo Alborán pasando por Marshmello, India Martínez, Julia Michaels o Aitana. Todo cabía.
El deja vu con Spotify era tan constante que llegué a concluir que no me valía para mi experimento. Demasiado fácil. Pensé en otras plataformas y seguí mi camino vital por Tidal, la aplicación de Jay-Z. Nuestra relación duró un par de minutos, el tiempo que necesité para darme cuenta que no contempla la opción Free. Gracias a este descubrimiento ya puedo comprender porque es la más valorada por artistas como Beyoncé, Rihanna, Alicia Keys o Madonna (la casualidad de que también son accionistas de la empresa).
Soundcloud fue el lógico siguiente paso (aún a sabiendas de que su fuerte es el indie y el talento emergente...o precisamente por eso). Tras otro rápido registro (Dios bendiga al acceso a través de las cuentas de Google o Facebook) y tras preguntar por mi edad y sexo pero no por mis gustos musicales, llegué a su interfaz y a un buscador en el que no sabía muy bien por donde empezar. ¿Qué se busca cuando no conoces lo que hay en una plataforma?
Jugando con el comodín facilón de los Beatles, lo que ocurrió es que pasé unos días maravillosos escuchando deliciosas covers de un artista de nombre Rendy Pandugo. Desde el 'In my life' de los fab four al 'City of the stars' que puso en órbita la película 'La La land' pasando por otras versiones de Damian Rice, John Mayer, Munford & Sons o el propio John Lennon. Y el mecanismo de descubrir genios de las covers fue tan fácil como insertar en el buscador el nombre de tu grupo favorito.
Hice lo propio con mi artista femenina de cabecera. Tras buscar Lorde la sorpresa fue encontrarme a la propia Lorde. Su perfil oficial me permitió destrozar de nuevo 'Melodrama' pero, además, disfrutar de remixes que harían reventar las suelas de millones de zapatillas. Y ya que estaba coqueteando con el techno y la electrónica, quise confirmar la idea preconcebida que tenía de Soundcloud: que es la plataforma streaming perfecta si eres DJ o deseas serlo. Y así fue.
Si festivales como el Sónar o el Primavera Sound se valen de nombres como La Diabla, Amable o Maadraassoo, Soundcloud no iba a ser menos. Sus mixtapes, canciones y sesiones publicadas a lo largo de 2019 a tiro de un click. Incluso los Mix que la propia Diabla está preparando para su actuación en el mencionado Sónar se podían escuchar en el site. Como un spoiler de 'Juego de tronos' pero buscado y deseado.
Ya con Xataka o Genbeta a modo de apoyo, encontré alternativas totalmente desconocidas. Llevaba tres semanas fuera de Spotify La Tierra y por fin llegaba a Marte. Había sido un viaje duro en el que solo Deezer se me había presentado como una verdadera alternativa por la que dejaría mi relación con Spoti (Soundcloud lo veo más como complemento), pero ya avisé que me apetecía experimentar.
Así fue como, gracias a Genbeta, descubrí un par de aplicaciones que nunca habían estado bajo mi radar. Con nombre de banda revienta-estadios, Muse me abría, a priori, un universo de 35 millones de canciones. De carácter gratuito y utilizando YouTube como base para reproducir las canciones, esta app de origen alemán, no me permitió utilizarla en mi smartphone Xiaomi. A pesar de instalarse rápidamente, al intentar abrirla la pantalla se quedaba en blanco. Tras varias oportunidades sin éxito, decidí desistir. Una pena.
Para acabar este experimento sociológico con la música como telón de fondo, me fui a lo más underground posible. Una vez más Genbeta me sirvió como descubridor de talentos y descargué Boomplay, la app africana que arrasa en países como Nigeria o Ghana. Un bombardero de anuncios y la limitación de grupos (la casualidad de que se una aplicación de África y apuesta por los grupos de su continente) me hicieron desistir en menos de 30 minutos. Además, su interfaz era un caótico menú degustación para mi incipiente TDA.
Un mes después del inicio de mi desconexión spotifera, me tuve que rendir ante el gigante sueco. Quizá fuera por cuestiones de arraigo y costumbres. Pero como cuando te despojan de algo que llevas muy adentro, el sentimiento generalizado que me provocaron todas las alternativas que probé fue el de extrañeza.
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