Uno de los grandes misterios de la humanidad junto a la Atlántida, la Sábana Santa y el éxito de Taburete son los términos de uso en las redes sociales. Todos decimos que sí, como lo de ver los documentales de La 2, pero nadie se para a analizar a qué le estamos dando Ok. En Instagram, punto de encuentro de creadores, el desconocimiento se magnifica y se mezcla con los derechos de autor.
Ilustraciones, fotografías, viñetas… Creaciones con firmas y autoría que pueden diluirse entre las condiciones de uso de Instagram. Según reza en los términos de la plataforma, el usuario le otorga una licencia "no exclusiva, totalmente pagada y sin regalías, transferible, sublicenciable a nivel mundial para usar su contenido". Es decir, la aplicación (con Facebook detrás) SÍ TIENE los derechos de autor del creador. Esto implicaría que si tú, fotógrafo (por citar un ejemplo), vendes una foto en exclusiva pero la subes a IG, esa exclusividad se perdería como lágrimas en la lluvia.
La causa principal de que tú como autor no supieras algo así se debe a la complejidad con la que se determinan las condiciones de uso. Un poco al estilo “la parte contratante de la primera parte”, Instagram utiliza un lenguaje complejo de términos y adjetivos que pueden llevar a la confusión y a un laberinto cerebral. Por ejemplo, esto se puede leer en la plataforma: “una licencia mundial no exclusiva, libre de regalías, transferible, sublicenciable para alojar, usar, distribuir, modificar, ejecutar, copiar, realizar públicamente o mostrar, traducir y crear derivados obras de". No sé tú, pero yo necesito el máster de la Universidad Juan Carlos I para seguir la trama.
Instagram puede regalar, vender y usar los derechos de tu obra
Instagram se reserva los siguientes derechos que tú has aceptado: sub-licenciar, usar, distribuir, modificar, ejecutar, copiar, realizar públicamente, mostrar, traducir y crear trabajos derivados del contenido publicado por el usuario. Además de ello, también podrían ceder los derechos a un tercero (sin tu permiso) o utilizar la publicación para sus propios fines promocionales. Este último punto es, posiblemente, el más conocido por todos.
En realidad, todo suena más alarmista de lo que es. Instagram ni nos va a violar ni va a utilizar tus dibujos para que Nike venda camisetas (tejidas en el Tercer Mundo) con tu diseño. Ni Zuckerberg es tan perverso. Para lo que te pide que aceptes estos términos es para, básicamente, darle vida a su perfil en la plataforma con repost y el uso del contenido más molón que los creadores comparten.
El girito irónico llega cuando pones un espejo delante de las condiciones. Cuando aceptas los términos de uso en Instagram, estás manifestando que eres el propietario de cualquier publicación que vayas a realizar (o, en su defecto, has solicitado permiso). En el hipotético caso de que subas contenido y no dispongas de los derechos, obviamente puedes ser denunciado por infringir los derechos de autor. Y dará igual que te llames Khloe Kardashian, caerás ante la plataforma.
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