Cassandra Vera ha sido absuelta por sus chistes sobre Carrero Blanco y tuitear en España es hoy un poco más fácil

Que la libertad de expresión en España ha tenido años mejores no es ninguna revelación loca e inesperada. Como no somos Eldiario.es, no vamos a ponernos intensitos y opinar de asuntos políticos que no nos corresponden (para eso ya están los Ristos, Indas y Marhuendas), pero hoy toca hablar de Cassandra Vera. Quizás el caso más paradigmático de todos.

Aunque no es la primera vez que tratamos en WatMag el tema de los límites del humor, todo lo relacionado con Cassandra tiene más recovecos y aristas que el pelo de Wismichu. Las dos Españas, la libertad de expresión, el estado de derecho, la comedia, la transición y hasta las políticas de uso de Twitter. Peor que Ussain Bolt corriendo los 100 metros lisos en un campo de minas.

Un poco de luz en Twitter

El día que La Audiencia Nacional la condenó a un año de prisión por sus chistes sobre Carrero Blanco (a los que calificaron como "desprecio, deshonra y descrédito"), Twitter se volvió un poco más oscuro. Y quizás hasta peligroso. La posibilidad de acabar ante un juez por unos tuits más o menos acertados resultaba desproporcionada.

El Tribunal Supremo ha revocado por unanimidad la sentencia de la Audiencia Nacional que condenó a la tuitera Cassandra Vera a un año de cárcel por hacer chistes de Carrero Blanco. El alto tribunal la absuelve después de que la Audiencia Nacional considerase que sus comentarios en Twitter suponían "una actitud irrespetuosa y humillante".

Hoy, el Tribunal Supremo ha absuelto a Cassandra Vera al interpretar que los doce tuits fueron chistes de mal gusto y fáciles sobre un atentado ocurrido hace 44 años. Y aunque los considera “reprochables social y moralmente”, entienden que una sanción penal sería un castigo desproporcionado.

Cómo Twitter puede ser la puerta de acceso a lo mejor y lo peor

El anonimato de Cassandra, de 22 años y estudiante de Historia, acabó el día que fue acusada por la Fiscalía General. A partir de ahí comenzó un circo donde según para quién todo valía. Su identidad sexual, sus estudios, su vocación, su físico y su sentido del humor fueron escrutados.

Casi un año después de la primera sentencia, Cassandra colabora en medios como experta en identidad de género y tiene una cuenta verificada de Twitter con casi 20 mil followers.

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