En lo que esperamos el tiempo suficiente para que llegue al culto a los 2000, la nostalgia millennial sigue enfocada en los 70, 80 y 90. Obviando los noventa, cuyos homenajes aún están sepultados por las décadas provenientes, el arte de Steven Rhodes se mueve ahí. Definido por él mismo como "retro", sus ilustraciones no sólo te llevan al pasado, sino que lo hacen en el tren de la bruja. Como si Stephen King fuera el guionista de 'Cuéntame cómo pasó'.
La nostalgia más creepy jamás vista en Instagram
Sus dibujos recuerdan a las portadas de esos libros que poblaban las típicas colecciones de serie Z. Novelillas editadas justamente en la década que más homenajea Steven Rhodes, los setenta. En las publicaciones de esos años es donde juega este retro-ilustrador: anuncios impresos de autos de los 70, cómics vintage que podríamos definir entre creepy y espeluznante o esos juguetes que comenzaron a asomar por los ochenta, cuando primero nacían los muñecos y luego las series de animación.
Este es el oscuro estilo de Steve Rhodes. Apasionado por la misma nostalgia que tenemos los demás, pero como si toda su infancia hubiera estado tutelada por Freddy Krueger o cualquier ser de la misma índole. Desde este impulso creativo, y partiendo siempre de modelos humanos que evocan la perfección estética que impregnaba la década de los 70 y 80, Rhodes va añadiendo elementos terroríficos con el objetivo de crear mal rollo nada más observes la ilustración.
Si Steve Rhodes arranca con la figura de un payaso, este va a ser más tenebroso que Ronald McDonald y además lo va a encuadrar en un cementerio. Si el ilustrador se imagina un perro, este va a resultar una especie de rottweiler mutante con tres cabezas. ¿Una niña mirándose en un espejo? Detrás de ella encontrará un zombie a punto de atacarla.
El arte de Rhodes vive en un Halloween permamente y sólo concibe la maldad intrínseca del ser humano. Por eso es capaz de diseñar hasta "tu primer muñeco vudú" (la mejor manera de hacer bullying sin que nadie se entere), galletas para niños hechas con marihuana ("¡para toda la familia!") o una bola de cristal cuya única imagen es la de tú mismo viviendo como un homeless. Si Instagram es el lugar más bonito del planeta, Steven Rhodes llegó a él para ensuciarlo con su humor macabro.
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