Bajo el nombre, “la vida cotidiana de los dioses” el diseñador ucraniano Alexey Kondakov ha reunido una serie de collages en los que ha situado a protagonistas de pinturas clásicas en contextos actuales y situaciones surgidas de la vida diaria.
“Un día estaba trabajando sobre la obra de Van Everdingen, Baco y las ninfas y mirando estas imágenes me di cuenta de que las vidas de las personas que aparecían en aquellos cuadros aquellas vidas del pasado no eran tan diferentes a las nuestras. Ellos también pasaban el tiempo charlando y bebiendo.”
"En el invierno de 2014, Alexey Kondakov comenzó el proyecto que los medios del mundo llamaron \"La vida cotidiana de los dioses\". Por ahora, la serie consta de 60 obras de arte, cada una de ellas presenta una historia, una situación que debe ser captada y esbozada por el artista, tallada en la rutina diaria, captada por la cámara del teléfono móvil de Kondakov."}]]
Alexey Kondakov relata cómo fue en ese momento cuando tuvo la idea de situar a estos personajes en un contexto moderno. Volvía a casa y en el camino hizo una fotografía, pensó que la obra sobre la que antes había estado trabajando casaba en ese lugar a la perfección. Empezó a trabajar con el photoshop sobre la imagen que había capturado, aislando a las figuras de Van Everdinger y re-situándolas en un nuevo tiempo y espacio.
"Después de ver el resultado de este primer collage, me decidí hacer una serie de fotos. Con mi esposa empecé a buscar sitios, imaginando dónde podrían haber sucedido aquellas imágenes que el arte clásico nos ofrecía. Realicé tres trabajos que compartí finalmente en Internet y que recibieron muchísimos comentarios. Creo que toda esa acogida que tuvo mi trabajo en Internet tiene mucho que ver con el hecho de que la gente se siente identificada."
Esas figuras que Alexey Kondakov rescata, esos espectadores atemporales, funcionan a modo de ojo que explora nuestra propia cotidianidad y nuestras formas actuales de desplazarnos por el día a día. Más allá de lo curioso y bello que resulta ver estas transposiciones, más allá de estas figuras clásicas, pétreas distantes y congeladas, en la obra de Kondakov prevalece una especie de reflexión sobre nuestros comportamientos. Hay mucha belleza de la que hablo surgida del anacronismo, como ese muchacho que sostiene un cordero en sus brazos mientras viaja en transporte público, o esa mujer pre-rafaelita, la Flaming June de Leighton, de largos cabellos languideciendo, ya no sobre lo natural, campos y riachuelos, sino sobre los asientos de la sala de espera de cualquier lugar de paso, de cualquier no-lugar.
El trabajo de Alexey Kondakov se remonta a 2015, cuando inició una serie en la que los protagonistas clásicos de obras de Bouguereau, o Holbein, vagaban por Nápoles, la ciudad del sur de Italia donde Alexey vivía en aquel momento. "Me daba mucho respeto fotografiar en Napoles y crear historias, porque cada sitio fotografiado en Napoles tiene su historia. Es una ciudad muy viva las 24 horas del día."
Desde el 2015 el diseñador ha expuesto sus trabajos, una mezcla de fotografía y photoshop, relectura y también ironía. Diferentes ciudades funcionan de croma para sus obras, Napoles, Bergamo o su Kiev natal. Hay infinitud de artistas digitales jugando con la re-apropiación y las relecturas, como si las obras de ayer, no hubiesen sido terminadas, como si aún hoy pudieran contarnos algo más, no solo de entonces, también de ahora. Alexey Kondakov nos dice que hay mucha gente haciendo lo mismo que él: "Hay mucha gente trabajando sobre el collage, pero sin una historia o un storytelling, sin ello, la obra está muerta."
Pensemos en esa imagen que nos ofrece donde el Apolo de Niccolo Renieri nos mira fijamente mientras toca su instrumento, ya no toca para la eternidad. Toca en el suburbano de Napoles para el disfrute de los viajeros que minuto a minuto salen del metro a cambio de unas monedas. ¿Nos pararíamos a echarle unas monedas, miraríamos su rostro? Es más, ¿veríamos hoy al Dios convertido en músico callejero?
Vivimos conectados y tampoco eso pasa desapercibido en el trabajo de Kondakov, el mundo digital está presente en sus relecturas. Ordenadores, mesas de mezcla, móviles, todo está ahí en su obra. Pensemos en esa obra de Picot que usa Kondakov, el Dios Cupido ya no abandona a Psique decepcionado por que esta haya averiguado su identidad . La obra de Kondakov nos invita a imaginar, la obra de Picot se actualiza, cobra una nueva carne. ¿Pudiera ser que después de pasar juntos un rato en la cama, Cupido abandone el lecho para ver sus notificaciones de twitter? A los pies de la cama Kondakov sitúa un portátil encendido. Un elemento moderno que actualiza el relato clásico de la Historia del Arte. Por supuesto, el método clave dice el diseñador, es crear el contraste entre los clásicos extremadamente "altos" y la vida diaria contemporánea ultra "baja.
Dioses que viajan en bicicleta. Diosas sacadas de su letargo que atraídas por la nostalgia cambian su tiempo ocioso por tiempo en tiendas de comics, rebuscando la historieta perfecta en la que gastar su dinero. Figuras clásicas besándose en el autobús mientras las puertas del metro se abren y cierran, mientras los viajeros les esquivan. Dioses que nos pinchan música. Las eternas ninfas que sobreviven hoy fumándose un cigarrillo dentro de una furgoneta en una estrecha calle napolitana.
"Creo que todos nosotros, incluso en la situación más sencilla, más ordinaria, estamos conectados a lo artístico, al mundo espiritual, muy cercanos y muy cerca de algo sublime y cotidiano."
Esta vida rutinaria de callejuelas sucias, de música en los bares, de idas y venidas del trabajo, de tender la ropa, de aparcar la bicicleta, de dormitar en los asientos de la estación de bus, estos cigarrillos entre horas, este acariciar a mi gato sobre la cama, estas fotos de fotomatón, este esperar nuestra parada ¿no será esta vida que diseña Alexey Kondakov, la auténtica vida de los dioses?
[1] Todas las imágenes pueden verse en la cuenta de Instagram de Alexey Kondakov y en su página de Facebook
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