Ter recrea un mundo futurista en su primer corto de animación dibujado con bolígrafos de colores

Tal es la oferta de contenido actual acumulada entre YouTube, redes sociales y plataformas de VOD que decidir a quien le vas a dedicar tu tiempo se ha convertido casi en un tipo de mecenazgo. La dispersión es tal que si no nos conquista lo que vemos en los primeros dos minutos, rápidamente hacemos "thank you, next" y al más puro estilo Ariana nos centramos en otra cosa.

Es relativamente fácil lograr que la gente se quede a ver tu contenido si te centras en un tema de actualidad (véase el vídeo de Correos) o hablas de algo conocido por todos (Rihanna y las contradicciones), pero conseguir que vean una ida de olla de este nivel es algo que consiguen muy pocos creadores.

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Como fanática del análisis audiovisual que soy admiro el contenido de Ter por dos razones. Por un lado porque gran parte de sus vídeos recurren al análisis para desarrollar un tema concreto y, por otro, porque es muy creativa. Y esta es la razón por la que ella es capaz de aglutinar más de 250.000 views en torno a un vídeo patrocinado que, además, es una ida de olla propia.

Por supuesto que en este caso el concepto ida de olla está exento de cualquier matiz peyorativo. El corto funciona muy bien porque las animaciones y los elementos de postproducción están integrados entre sí, pero sobre todo porque el guion se sustenta sobre sí mismo y resulta "creíble". Para que resulte verosímil no hay que hacer ningún ejercicio de fe, basta con aceptar desde el inicio un acuerdo tácito: las IA son seres de calidad suprema y los humanos escoria banal.

A partir de ahí los 9 minutos de vídeo se te pasan volando hasta conducirte al plot twist final. Y es que todo el proceso creativo anterior (banda sonora de Jaime Altozano incluida) ha sido posible gracias al apoyo de una marca de bolígrafos. Y, de nuevo, se pone de manifiesto que la publicidad bien integrada en el contenido y el discurso de los creadores no resulta molesta (y sí necesaria). De hecho, son los medios tradicionales como la radio o la televisión quienes deberían tomar nota de cómo los youtubers patrocinan su contenido sin molestar a su audiencia.

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