Amarna Miller ha dejado el porno, pero eso no implica que hayan dejado de estigmatizarla por haber pertenecido a él. Su propia experiencia como trabajadora sexual la ha llevado a elaborar con ayuda de sus mecenas de Patreon, una guía para entender el paternalismo y la cosificación que hay detrás de este ámbito laboral nada normalizado en nuestra sociedad.
Estos son los prejuicios con los que tenemos que terminar
El primer paso antes de llegar a una solución certera en ese ámbito es identificar el problema. Para la elaboración de este trabajo, Amarna ha contado con testimonios de directoras de cine erótico como Erika Lust o trabajadoras sexuales como Shirley McLaren, entre otras, que le han ayudado a identificar los distintos prejuicios que existen en el gremio.
1. No todo se reduce a ser víctima o burguesa
2. La trata humana y el trabajo sexual son cosas diferentes
3. El trabajo sexual y la delincuencia no tienen por qué ir de la mano
4. Las trabajadoras sexuales no son ninfómanas
5. Si una dependienta no vende sus manos, una trabajadora sexual tampoco vende sus genitales
Aunque cada una de las declaraciones que acompañan las enumeraciones anteriores arrojan mucha luz al debate, esta de Paula Vip, directora de Aprosex es una de las más reveladoras:
"El mito de la pobrecita puta que trabaja en la calle con un chulo que le cuenta cada céntimo que gana y el de las mujeres encerradas obligadas a tener sexo sin su consentimiento, es el más dañino. Si nos ceñimos a los datos de la ONU, 1 de cada 7 mujeres está en situación de trata. El resto vivimos de trabajar en lo que hemos escogido. Así de simple"
Desde la abolición del paternalismo a no jerarquizar profesiones: 8 consejos para abordar el tema
Aunque no todos los medios de comunicación enfocan este tema desde la perspectiva paternalista de "es un problema social" hay que reconocer que un alto porcentaje peca de ello. De hecho, el manual de Amarna no solo le vendría bien a muchos periodistas, sino que debería ser buzoneado por las comunidades de vecinos de toda España.
1. Buscar información fiable y contrastar fuentes: Es algo obvio, pero a veces no sucede.
2. Dar voz a las experiencias de las protagonistas: Para visibilizar cuál es la realidad en este ámbito de poco sirve hablar con académicas que no saben en qué consiste realmente el día a día de este trabajo. Mejor apostar por el reportaje y por contar historias de trabajadoras sexuales con nombre y apellidos.
3. Deconstrucción personal del periodista: Se refiere a cómo a la hora de enfocar este tipo de temas, algunos periodistas se dejan influir por los estereotipos y dogmas acumulados en su imaginario.
4. Evitar las jerarquizaciones: Utilizar de forma genérica el término trabajadora sexual y no entrar en diferencias sociales que ensalcen unas prácticas y demonicen otras.
5. No utilizar material gráfico que alimente el prejuicio: Las imágenes de archivo de mujeres en tacones y minifalda mejor las dejamos en la hemeroteca.
6. Eliminar los discursos paternalistas: Dejemos de hablar de las trabajadoras sexuales como mujeres que necesitan ayuda y por las que debemos sentir lástima. Asumamos que la gran mayoría han elegido ese rol por voluntad propia.
7. No confundir trata, explotación y trabajo sexual: Además del estudio de la ONU mencionado anteriormente, "la Organización Mundial del Trabajo ha insistido en señalar que la mayoría de las víctimas de tratas son explotadas en la economía privada y no en el entorno sexual", comenta Natalia Ferrari, mujer de 25 años que se dedica a la prostitución independiente.
8. Ante la duda, consultar con las organizaciones de trabajadoras sexuales: Aprosex, colectivo Hetaira o APAC son algunas de ellas.
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