Twitter estaba en pañales y era calificado como “un sitio donde poner nicks de Messenger”. Éramos más de Tuenti que de Facebook. Hablo de 2008, una época en la que muchas bandas tenían a Myspace como “the place to be”. El indie estaba muy alejado del mainstream y había que buscar ventanas al mundo.
Respaldada por el añorado y enterrado Myspace, una cantante de Úbeda llamada Zahara daba sus primeros bolos. Iba por las calles pegando los carteles de sus directos y tocaba en garitos pequeños y acogedores. Para amplificar su promo, mimaba a sus incipientes seguidores en las redes sociales. Tanto en el mencionado Myspace como en el proto-Twitter que habitábamos en 2008.
La canción más fea del mundo y el vídeo más casero
Así, entre las tardes que navegabas por un Myspace donde Lori Meyers, Love of Lesbian o Miss Caffeina eran bandas desconocidas, emergió esa joven cantante. En una de esas jornadas de descubrimientos musicales, alguien te pasa por el también fallecido Messenger (el original, no el de Facebook) un link de YouTube. Era Zahara sentada en una silla en medio de la calle mientras toca su guitarra. No la conocía nadie.
Ha pasado justo una década de la publicación de ese vídeo amateur. Desde entonces a Zahara le ha dado tiempo a ser de las pioneras en arrancar una carrera musical gracias a las redes sociales, publicar tres discos, escribir una novela, tener un hijo, dar sintonía a una edición de la Vuelta a España, colaborar en programas de TV o visitar ‘OT’. En los próximos diez años seguro que planta el árbol.
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