Tras años yendo de polémica en polémica, Campofrío retoma su característica campaña navideña con un análisis de la España del 2018 que reflexiona sobre los límites del humor. Sin perder el leitmotiv de las ediciones anteriores, la marca de jamón cocido vuelve para recordarnos que, te guste o no, los prólogos sobre España y el comportamiento de los españoles, los firman ellos.
Una marca de jamón es la encargada de recordarnos qué es un chiste y qué no
La citación de Dani Mateo en un juzgado por "sonarse" la nariz con una bandera de España, el monólogo sobre los payos y los gitanos de Bodegas y otros tantos hilos de Twitter que han pasado más desapercibidos son algunos de los ejemplos que han llevado a Campofrío a centrar su debate sobre España en la ofensa.
Si el año pasado el nudo gordiano de su campaña era el "amodio" y la corriente hater presente tanto en redes sociales como en comidas familiares, en 2018 lo remarcable es la dicotomía: ofendiditos-humor negro.
Así, a modo de metáfora que recuerda a las localizaciones de galerías Velvet, Campofrío recrea la tienda del LOL, un lugar donde al más puro estilo 'Black Mirror' los españoles pueden ir a comprar un chiste de cara a los eventos navideños. Al igual que sucede en la vida real, el mejor chiste o, en este caso, el que más roza los límites es el que tiene mayor valor tiene y, por lo tanto, cuesta más dinero.
Y esto en parte no está tan lejos de la realidad. La repercusión tanto positiva como negativa de un chiste no es la misma si eres David Broncano que Wismichu. Dependiendo del background que lleves detrás y tu rol como contador de chistes, la audiencia podrá reírte la gracia o tirarte tomates Twitter encima.
De los chistes "para callar a tu cuñado" a otros para "levantar la noche": así es la tienda del LOL
La tienda del LOL diseñada por Campofrío no solo se queda en la metáfora que hemos visto en su web, sino que va un paso más allá y adquiere un compromiso transmedia en forma de "tienda online". Con el objetivo de aterrizar aún más la idea planteada al inicio y acercar el universo del chiste a la audiencia, Campofrío ha subido a su web una colección de chistes que, para cualquier usuario de internet es un "meh" en toda regla.
Si el spot era un pequeño halo de esperanza donde la palabra meme era utilizada en el contexto adecuado y Rober Bodegas pagaba irónicamente a plazos su multa con el colectivo gitano, la tienda del LOL se aleja mucho de ese planteamiento inicial.
Los chistes que nos ofrecen divididos por categorías como "para disimular la timidez" o "para callar a tu cuñado" nos recuerdan más a "los típicos chistes que diría tu cuñado" que a una alternativa que reivindique ese humor del que tanto hablan en el anuncio. ¿De qué sirve que el spot reflexione sobre la importancia de llamar a los chistes por su nombre y olvidarse de límites si a la hora de la verdad su tienda ofrece los mismos chistes sobre el roscón de Reyes que llevamos escuchando desde 1993?
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